Mesones
La Historia
En muchos trayectos de su secular recorrido, la historia de El Casar y la de Mesones se entrecruzan y alían. Desde la época de la reconquista, formó parte del Común de Villa y Tierra de Uceda.
Como todo este territorio, perteneció primeramente a la Corona real de Castilla, y desde comienzos del siglo XIII, por donación de Fernando III el Santo, fue señorío de los arzobispos de Toledo. En 1575, el rey Felipe II apartó el territorio del antiguo señorío eclesiástico, tratando de vender la villa y sus aldeas a particulares. Uceda la compró don Diego Mejía de Ovando, así como varias aldeas del entorno.
Con ellas fue Mesones, pero algún tiempo después consiguió el título de Villa, y se eximió de toda jurisdicción a fines del siglo XVI. Así como Villa independiente se organizó la vida del pueblo que seguiría de la misma forma durante los largos años que mediaron hasta la abolición de los señoríos y prerrogativas particulares, surgiendo en 1812 y tras el establecimiento de la constitución, el primer Ayuntamiento Constitucional.
El Patrimonio
El edificio más interesante que hay en Mesones, es la iglesia parroquial. Tiene hoy la advocación de Nuestra Señora la Blanca (o también, Nuestra Señora de las Nieves), a la cual se festeja el 5 de agosto. Está construida en la parte más alta del pueblo, con sillarejo de calicanto, mucho ladrillo y buenos sillares calizas en esquinas y refuerzos, tiene dos naves. Posiblemente en su origen tuvo solo una, la principal, pero el aumento de población en el siglo XVI o algo después, hizo que fuera necesario construir añadida otra nave, hoy al norte. A poniente surge la esbelta espadaña para las campanas, toda de ladrillo, muy bien restaurada últimamente, espléndida. Tiene un acceso sencillo de arco semicircular, que se abre entre los dos robustos contrafuertes que sostienen la fábrica. La portada ofrece un hermoso complejo decorativo de tono plateresco, elegante, tallado en piedra muy blanca y muy blanda. Y en la que destacan las tallas de angelotes y bolas con un escudón central que muestra el jarro de azucenas, prueba de ser templo dedicado a la Virginidad de María, así como en las enjutas del arco sendos escudos de armas, sin timbres, y con cuarteles variados entre los que se ven los de los linajes de Guevara y Fajardo. Ese mismo escudo aparece empotrado y magníficamente tallado en la pared exterior de la sacristía, también en el muro sur del templo.
En el interior, (que es de columnatas de sillería y bóvedas en el presbiterio y crucero de sencilla crucería de nervaduras y aristones, con naves cubiertas de artesonados de madera sencilla), destaca la capilla mayor, cuya pared del fondo se cubre de enorme retablo de líneas y gusto barroco, no hace mucho restaurado. En él se ofrecen las formas atrevidas y pujantes de los retablistas molineses del siglo XVIII, como los hermanos Herber, Castillo, Romero, etc. Pero no podemos ponerle nombre de autor a este hermoso retablo, por carecer de documentación histórica la parroquia. En él aparecen las imágenes de San Isidro y San Antonio, y en el centro la imagen de la Virgen patrona. Además lucen dos retablos: uno dedicado al Niño Jesús, también barroco, con un cuadro en lo alto de la Sagrada Familia, y otro en la nave dedicado a la Inmaculada Concepción. Una sencilla y antigua pila batismal completa todo lo que de interés ofrece este templo. La iglesia es del siglo XVI y los retablos del XVIII.
En las afueras, yendo hacia El Cubillo, a quinientos metros del pueblo se alza la ermita de La Soledad. Con un atrio delantero, el templo es de un solo espacio de planta cuadrada. Ese atrio se sujeta por dos columnas a su vez rematadas en capiteles decorados con sendos escudos de armas de algún linaje protector del templo. En el suelo, precioso empedrado a la antigua usanza rural. Y en el interior, la imagen del Cristo Arrodillado, que se festeja la última semana de agosto, y la imagen de la Soledad.
